Validación Emocional, el Primer Paso

Aprende a validar tus emociones para no caer en las trampas

María Rojas-Marcos

2/9/20253 min read

Validar no es resignarse, es respetar lo que sientes

A menudo se confunde la validación emocional con la resignación o el victimismo, pero no es así. Validar una emoción es reconocerla como legítima, sin juzgarla. Por ejemplo, si has tenido un día complicado y sientes irritación, la validación sería decirte: “Es normal que me sienta así, he pasado por mucho hoy”, en lugar de obligarte a estar bien de inmediato.

Una vez que has validado tu emoción, es más fácil pensar con claridad y trabajar en cómo gestionarla. Si saltas directamente a querer cambiarla o ignorarla, estás generando una tensión innecesaria.

Lo mismo ocurre con los demás. Validar las emociones de otra persona es respetar cómo se siente ante una situación, aunque no lo entiendas del todo. Es decirle: “Entiendo que esto te esté afectando así, ¿quieres hablar de ello?”. Esto no implica que estés de acuerdo con lo que siente, sino que le das un espacio para expresar y procesar sus emociones sin juzgarla.

Escuchar las emociones en lugar de negarlas

Las emociones tienen una función importante: nos alertan sobre lo que está ocurriendo en nuestro interior y en nuestro entorno. Si intentamos taparlas, estamos perdiendo información valiosa. Por ejemplo, la ansiedad puede indicar que te estás enfrentando a demasiadas responsabilidades o que te preocupa no estar a la altura. La tristeza, en cambio, puede señalar que necesitas tiempo para procesar una pérdida o un cambio.

Escuchar tus emociones implica preguntarte: “¿Qué me quiere decir esto?”. No siempre encontrarás una respuesta inmediata, pero permitir que esa emoción esté presente sin juzgarla te dará más claridad con el tiempo. A partir de ahí, puedes trabajar en tus pensamientos, tus creencias y las decisiones que necesitas tomar para mejorar tu bienestar.

No se trata de cambiar cómo te sientes, sino cómo piensas

Una vez que has validado tus emociones, es hora de trabajar en los pensamientos que las acompañan. Muchas veces, el sufrimiento no viene solo de la emoción en sí, sino de los pensamientos automáticos que la refuerzan.

Por ejemplo, si tienes miedo a hablar en público, es posible que pienses: “Voy a hacer el ridículo” o “No soy lo suficientemente bueno para esto”. Estos pensamientos intensifican el malestar. A través de la reestructuración cognitiva, puedes cuestionar esas ideas: “¿Es cierto que siempre hago el ridículo? ¿Qué pruebas tengo de que no puedo hacerlo bien?”.

Este proceso no busca negar tus emociones, sino reinterpretar la situación desde una perspectiva más realista y compasiva, lo que reduce la intensidad del malestar.

¨Validar es el primer paso para dejar de pelearme conmigo mismo¨.

María Rojas-Marcos

Dar camino al malestar: la clave para el bienestar

No basta con aceptar una emoción y dejarla ahí. Es importante darle un camino, es decir, permitir que se exprese y encontrar formas de aliviarla. Esto puede incluir:

  • Hablar sobre lo que sientes con alguien de confianza.

  • Escribir tus pensamientos y emociones en un diario.

  • Practicar técnicas de relajación como la respiración profunda o la meditación.

  • Tomar decisiones que reduzcan el estrés o los desencadenantes emocionales.

Cuando le das camino al malestar, este se convierte en una oportunidad de crecimiento y autoconocimiento. Aprendes a escucharte, a priorizar tus necesidades y a gestionar mejor los retos emocionales.

Validar a los demás: una herramienta poderosa en las relaciones

Las relaciones humanas mejoran enormemente cuando aprendemos a validar las emociones de quienes nos rodean. Cuando alguien se siente escuchado y comprendido, es más probable que confíe en nosotros y que se abra al diálogo.

Evita frases como: “No es para tanto” o “No deberías sentirte así”. En su lugar, utiliza expresiones como: “Entiendo que esto es difícil para ti” o “Tiene sentido que te sientas así después de lo que ha pasado”. Validar no significa que estés de acuerdo con todo, sino que respetas la experiencia emocional de la otra persona.

Conclusión: La importancia de la validación emocional

Permitirnos sentir y validar nuestras emociones es un acto de respeto hacia nosotros mismos. Dejar de luchar contra lo que sentimos nos libera del conflicto interno, permitiendo que el malestar se exprese y se transforme. Lo mismo ocurre en nuestras relaciones: cuando validamos las emociones de los demás, creamos un espacio de empatía y conexión.

Recuerda: tus emociones son tus aliadas, no tus enemigas. Escúchalas, respétalas y dales un camino para que te guíen hacia un bienestar más profundo.

¿Estás listo para empezar a validar lo que sientes?