La primera etapa del amor: cuando la química te enciende el alma

La etapa química del amor: por qué sentimos tanta intensidad y cómo manejarla desde la autoestima para no caer en el amor ciego

María Rojas-Marcos

11/29/20255 min read

La primera etapa del amor: cuando la química te agarra de la mano

La primera etapa del amor no avisa. Te sorprende en medio de un día normal, cuando no estás preparado, cuando ni siquiera estabas buscando nada.
De repente, alguien aparece y algo en ti despierta.

Puede ser una mirada, una risa tonta, un mensaje que se queda rondando en la cabeza.
Y sin darte cuenta, empieza esa corriente eléctrica que todos conocemos: la química.

Es sutil, pero constante.
Te cambia el pulso, te activa la imaginación, te acelera la vida.
Y aunque se siente como magia pura, la verdad es que esta fase no es casualidad: tiene sus mecanismos, sus ilusiones… y también sus trampas.

Cuando la química te atrapa

La química es esa sensación que hace que todo en el otro parezca especial.
De pronto, lo cotidiano se vuelve emocionante.
Una conversación normal se convierte en una historia que recuerdas al dormir.
Una sonrisa te acompaña todo el día.

El cerebro se llena de dopamina, oxitocina, endorfinas y noradrenalina.
Es como si una parte de ti dijera:
“Atento. Aquí puede pasar algo grande.”

Empiezas a imaginar posibilidades.
A proyectar.
A crear expectativas sin darte cuenta.

De repente, el mundo parece más ligero, tú pareces más valiente, y el corazón… más vulnerable.

Porque sí: cuando la química llega, llega con una promesa y un riesgo.
La promesa de algo nuevo y bonito.
Y el riesgo de perderte en lo que quieres que ocurra, en vez de ver lo que está ocurriendo.

No es amor… pero podría llegar a serlo

En esta etapa, uno no se enamora del otro, sino de la versión que imagina del otro.
Es como mirar por una ventana empañada que deja ver contornos, pero no detalles.
Y por eso, esta etapa es tan intensa como confusa.

Idealizamos.
Exageramos lo bueno.
Minimizamos lo incómodo.
Rellenamos los huecos con deseo.

En esta parte del camino, el corazón va por delante y la cabeza intenta alcanzarlo.

Y ahí es donde entra un elemento esencial:
👉 tu autoestima, tu base afectiva, tu forma de quererte.

Cómo la autoestima transforma la química

Dos personas pueden sentir la misma chispa…
pero la vivirán de forma completamente distinta según cómo se quieran a sí mismas.

Cuando no te quieres lo suficiente

La química se vuelve un salvavidas.
Un subidón que tapa huecos.
Una validación instantánea.

Piensas:

  • “Por fin alguien que me ve.”

  • “Que no se vaya.”

  • “Ojalá sea esta vez.”

Y sin darte cuenta, empiezas a colocar tu valor en esa mirada ajena.
Comienzas a esforzarte de más, a adaptarte de más, a acelerar demasiado.

La química, entonces, se convierte en un anzuelo emocional:
te engancha por dentro porque activa heridas antiguas.
Y confundes intensidad con conexión.
Ansiedad con amor.
Dependencia con destino.

Cuando sí te quieres bien

La química no te arrastra: te invita.
Te abre la puerta, pero tú decides el paso.

Piensas:

  • “Qué bonito lo que estoy sintiendo.”

  • “Quiero conocer más.”

  • “Si sale bien, genial; si no, también estaré bien.”

Aquí no hay miedo a perder, porque no te pierdes a ti.
No corres; caminas.
Y observas: no desde la idealización, sino desde la curiosidad.

La química, entonces, no es un salvavidas, sino un regalo.
No sustituye tu valor: lo acompaña.

3. La pregunta clave que te centra (15 segundos)
Una vez respondido lo anterior, pregúntate:

“¿Yo también me elegiría en este momento de mi vida?”

Si la respuesta es “sí”, sigue explorando con calma y curiosidad.
Si la respuesta es “a veces” o “no”, no pares la química…
pero acompáñala reforzando tu amor propio antes de entregarte del todo.

4. Cierra con un compromiso sencillo (30 segundos)
Elige una frase que te recuerde tu propio valor durante esta fase:

  • “No tengo prisa.”

  • “Me escucho.”

  • “Lo bonito también se construye despacio.”

  • “Si me elijo a mí, elegiré mejor.”

Llévala contigo. Es tu ancla emocional.

⭐ Resultado

Este ejercicio te cambia el eje:
de la emoción desbordada → a la conciencia interna,
sin apagar la magia de la química.

Es la manera más sencilla de disfrutar sin perderte.

🧭 Ejercicio breve: Tu brújula emocional en plena química

1. Detén el piloto automático (1 minuto)
Cierra los ojos y respira hondo tres veces.
No pienses en la otra persona; piensa en ti.
Nota cómo está tu cuerpo:
¿acelerado, en calma, en alerta, en ilusión?Solo observa. Sin juicio.

2. Tres preguntas para recuperar tu centro
Escribe estas tres preguntas en un papel o en una nota del móvil y respóndelas con sinceridad, sin analizar demasiado:

1️⃣ ¿Qué siento realmente cuando pienso en esta persona?
(Ilusión, ansiedad, paz, miedo, intensidad…).

2️⃣ ¿Estoy eligiendo o estoy necesitando?
(Esto diferencia química sana de química que engancha a heridas).

3️⃣ ¿Qué parte de mí se activa más: mi corazón, mi miedo o mi ego?
(Esa respuesta revela desde dónde estás queriendo).

No busques la respuesta correcta; busca la verdadera.

La química y sus espejismos

Lo más peligroso de la química no es lo que sientes, sino lo que imaginas.
En cuestión de días, puedes empezar a pensar que encajáis perfectamente, que esta vez será diferente, que esa mirada significa algo profundo.

Pero la química no es compatibilidad.
La química no es compromiso.
La química no es amor.

La química… es la puerta de entrada.
Pero tú decides si cruzarla con los ojos abiertos o cerrados.

La química que te conoce mejor que tú

La química no elige por lógica.
Elige por patrones.
Por lo que te es familiar, incluso aunque no sea sano.

Por eso, a veces sientes una atracción inexplicable hacia personas que repiten viejas heridas.
No es mala suerte: es repetición emocional.
La química reconoce lo conocido, no lo conveniente.

Sin trabajo interno, la química te guía hacia lo que duele.
Con autoestima sólida, te guía hacia lo que nutre.

La parte bonita (y honesta) de la química

A pesar de todo, la química es maravillosa.
Es la etapa que enciende la historia, la que despierta emociones dormidas, la que reaviva la ilusión.

Es ese momento en el que descubres que puedes volver a sentir.
Que el corazón sigue vivo.
Que el mundo aún guarda sorpresas.

La química es el clic emocional que dice:
“Explora. Conoce. Disfruta.”

Lo que ya no nos dice es el “cómo”.
Ese “cómo” depende de ti, de tu historia y de tu amor propio.

Cómo navegar la química sin perderte

Aquí tienes la brújula emocional que convierte esta etapa en algo sano, sin apagar la magia:

1. Date permiso para sentir

No lo controles, no lo niegues, no lo fuerces.
Solo siéntelo.

2. Mira la realidad sin apagar la ilusión

Puedes ilusionarte, pero también observar.
La cabeza y el corazón pueden caminar juntos.

3. No corras

Si algo es realmente bueno, no necesita acelerar.

4. Pregúntate quién eres tú dentro de lo que sientes

¿Te estás escuchando?
¿Te estás respetando?
¿Te estás eligiendo?

5. Recuerda: la química es un inicio, no una garantía

Nadie se enamora del otro al principio:
nos enamoramos de la versión que imaginamos del otro.

La verdad llega después.
Y cuando llegue, será tu autoestima la que decidirá cómo lo gestionas.

Reflexión final

La química es el primer susurro del amor, no la historia completa.
Es el chispazo que enciende la posibilidad, pero no el destino.

Si no te quieres, la química te confundirá.
Si te quieres bien, la química te abrirá caminos.

La diferencia nunca está en quién aparece…
sino en quién eres tú cuando aparece alguien.

Porque la química enciende,
pero la autoestima dirige.

Y solo quien se elige a sí mismo puede elegir bien a los demás.